Hay varios estados en los cuales una persona se puede encontrar con respecto a los pecados habituales de inmoralidad sexual.
Hay algunos que ya no tienen conciencia de pecado, es decir, han llegado al punto de pensar que el pecado sexual (vicio, adicción, hábito) que les domina, no es en realidad algo tan malo, mientras no lleguen a “perder el control”. Este tipo de personas llegarán eventualmente a defender su vicio como un derecho humano, un derecho de hacer aquello que les proporcione placer. Este grupo está creciendo constantemente impulsado por la filosofía humanista que domina desde Hollywood y que se promociona en las Universidades por sociólogos, psicólogos, antropólogos, etc., los cuales afirman que reprimir los impulsos sexuales, lleva a la frustración y a la infelicidad. Desde este punto de vista mundano, lo más importante de todo es que el hombre se sienta bien.
Al observar la conducta y argumentos de los que defienden el derecho a producir y consumir pornografía, así como la libertad para disfrutar la sexualidad de cualquier forma que el ser humano desee hacerlo, es imposible dejar de pensar en la condición descrita por el apóstol Pablo en su carta a los Romanos: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Rom. 1:28) –
Algunas de estas personas han sido entregadas de una forma definitiva a sus pecados, pero hay otros que solo experimentan este abandono de la Gracia divina de una manera temporal, y en los cuales Dios muestra el gran poder transformador del Evangelio.
El grupo descrito anteriormente podríamos describirlo como no-profesante de la religión cristiana, un grupo compuesto mayormente de incrédulos.
El segundo estado de conciencia es el de aquellos que viven en un ciclo repetitivo en el cual se prometen a sí mismos abandonar el vicio, realizan promesas y propósitos de enmienda, se sostienen sobrios por algún tiempo y luego vuelven a caer. Cada vez que logran levantarse van desilusionándose más de sí mismos y a veces hasta de los principios morales que intelectualmente abrazan y entonces poco a poco se van acercando a la condición del primer grupo, porque sus conciencias comienzan a insensibilizarse aunque de otro modo.
Los que están en este grupo, saben que hacen mal pero pueden llegar a resignarse pensando que el problema no tiene solución y caen en la horrible condición de los hipócritas que viven una vida de aparente decencia pero secretamente continúan hundiéndose en esta esclavitud.
Aunque los pastores y líderes no quieran aceptarlo y prefieren ignorar la situación, hay muchísimas personas en las iglesias cristianas que se encuentran en la condición que se describe en este último grupo. Muchos de ellos participan activamente en las iglesias, sea en la música, en la dirección de grupos juveniles, reuniones que suelen llamar «células» o en Escuelas Dominicales, etc.
Con gran pesar debo denunciar que hasta hay pastores también que han caído en esta terrible condición.
Pero este grupo es el que tiene más posibilidades de aprovechar los recursos del estudio bíblico que ofrece el ministerio “Setting Captives Free”, porque están diseñados para aquellos que profesan fe en Cristo pero que están siendo dominados por la lujuria en sus diferentes formas. Algunos se llegan a percatar que nunca antes habían entendido el Evangelio y que su cristianismo había estado basado en experiencias emocionales pasajeras, pero que sus corazones nunca habían sido transformados, otros llegan a reconocer que aunque amaban a Cristo desconocían los principios bíblicos que deben ser aplicados para poder vivir en pureza y en libertad.
Quisiera aclarar dónde se encuentra el meollo del asunto en cuanto a la lucha contra los pecados habituales con una ilustración.
Pensemos en el caso de un alcohólico, que ha arruinado su vida con el vicio y ha sufrido terribles consecuencias por ese vicio, consecuencias que han afectado tanto su salud como su familia y su trabajo, y pensemos además, que está en su peor momento de ansiedad por la bebida después de una resaca. Si sentamos a este alcohólico en una mesa y le ponemos en un extremo de la mesa una Biblia y en el otro extremo una botella de licor y le decimos que solo puede escoger una de las dos cosas y salir. Y si además le advertimos que una vez que escoja no podrá cambiar de opinión ¿Qué piensas que hará el alcohólico?
Esta persona, aunque piense que la Biblia es buena y que el licor es malo para él, no escogerá la Biblia, porque antes que pueda hacer eso tiene que ser cambiado en su interior para preferir las cosas de Dios más que al placer que lo ha esclavizado por años.
¿Estás comprendiendo la gravedad de la situación?
Y eso es lo mismo que ocurre con cualquier otro pecado. Solo aquellos pecadores que han sido libertados del dominio que ejerce el pecado y que ahora por la gracia de Dios son libres, son los que pueden enfrentar la tentación y vencer, pero por las razones correctas.
¿Por qué digo esto? – Pensemos ahora en una variación del ejemplo mencionado: A este mismo alcohólico, le han diagnosticado recientemente una grave Cirrosis y el médico le ha advertido que si bebe una copa más se le reventaría el hígado. Entonces, por causa de estas circunstancias, puede que se abstenga de beber más, pero la razón de su decisión es que su temor es más grande que las ganas de beber. Eso no es conversión.
Apliquemos este ejemplo ahora al que está esclavizado a la pornografía o a la masturbación o a los encuentros sexuales secretos, o a las prácticas homosexuales, o a los clubes nocturnos, etc. Pero por favor no dejemos por fuera las relaciones sentimentales pecaminosas, porque no debemos caer en la trampa de pensar que si hay sentimientos de amor, las prácticas sexuales fuera del matrimonio son aceptables.
¿Qué tiene que suceder para que la persona pueda preferir ir a Dios que el placer temporal del pecado?
Se necesita tener la motivación correcta. Se necesita más que querer evadir las consecuencias del pecado, se necesita más que un deseo de tener una vida “normal”, se necesita algo más que el miedo a que todos se enteren de la realidad, se necesita algo más que el miedo al infierno.
Lo que se necesita es considerar a Dios como Él es en realidad y esto solo con un serio estudio bíblico se puede lograr. El serio estudio de la Biblia confronta al pecador con la santidad y justicia de Dios, y con la terrible condición humana. Él pecador debe buscar a Dios y tomar esa Biblia reconociendo que Cristo y solo Cristo es el que puede darle el agua de vida que él necesita y entendiendo que él ha ofendido a Dios y que necesita el perdón y la limpieza que solo Cristo da.
Todo este dilema de las conductas sexuales pecaminosas entre las personas que van a la iglesia debería ser tratado en las iglesias, por los pastores y ancianos. Debería haber en todas las iglesias un claro entendimiento de cómo debería ser el proceso de restauración para los que caen presas de estos vicios o cómo ayudar a los nuevos que vienen tratando de encontrar libertad del dominio del pecado. Lamentablemente, las estadísticas muestran que los pastores y líderes no están preparados o no están dispuestos a realizar la labor que les corresponde.
Para los que sí están dispuestos, el ministerio Liberando a los Cautivos puede servirles como una muy útil herramienta a través de un curso bíblico de 60 lecciones en el cual se enfatizan los principios bíblicos que deben ser entendidos y practicados por todos los que desean ser libres del pecado y aprender a pelear la buena batalla de la fe para caminar en pureza sexual.
Sea cual sea tu condición el reto ha sido lanzado, envíe su solicitud de ayuda y procuraremos ayudarle por medio del curso bíblico que ofrecemos.
Dios te bendiga
Pastor Alexander León
Me interesa recibir el curso liberando a los cautivos
Use este link: http://old.settingcaptivesfree.com/spanish_freedom/enroll.php
me interesa resivir este curso
tienes que completar el formulario donde dice: «¿Busca ayuda?».