Mi nombre es Anthony y el Señor me dio la bendición de contar con el Pastor Alexander como mentor durante el curso. Mi historia no es muy diferente a la de muchos que han estado y aún están inmersos en las brasas de la inmundicia sexual: la pornografía y la masturbación. Todo comenzó como comienza en la mayoría de los jóvenes, por saber que se sentía eso que los demás amigos decían que era bueno y placentero, pero el tiempo pasaba y lo que para algunos era pasajero, para mí no lo fue. Además de esto, en mi casa no ayudaban mucho que dijéramos, porque muchas veces encontraba películas pornográficas que eran propiedad de mi padre. Al pasar los años, este comportamiento compulsivo por la pornografía y la masturbación no disminuía, y todo agravó cuando se puso la Internet en mi casa, ese fue el acabose. Al tener acceso a Internet, las cosas que veía eran cada vez más fuertes al igual que la adicción. Llego un momento en que ya esto no me satisfacía para nada, seguía sintiendo una sed de algo que no sabía que era, me iba volviendo cada vez más y más oscuro y solitario, era como un hongo que odiaba la luz y tenía que apartarse de todos para poder hacer sus inmundicias. Las cosas eran cada vez más y más fuertes, pero la pornografía no daba nada de lo que prometía, me sentía estúpido porque quería conseguir resultados de satisfacción diferentes siempre haciendo lo mismo, entonces, ya quería intentar cosas nuevas para satisfacer esa necesidad, llegue a hacer cosas tan feas que aun recordarlas me hacen avergonzar de mí mismo… y así, fui llegando al fondo de lo que nunca pensé salir. Llegue al punto de no querer mas pero seguía en lo mismo, sabía que no me satisfacerían esas cosas pero no tenía más opciones, no conocía nada más. Pero llego un día en donde alguien me hablo de un hombre que murió por mis pecados y que había pagado con su vida por alguien tan inmundo e inmerecedor como yo, luego el Señor Jesús me recibió en sus brazos porque Dios me atrajo irresistiblemente a Él. Me sentía pleno, limpio, más limpio que la nieve, por fin era libre de la adicción a la pornografía y a la masturbación. Pero, después de varios meses, volví a recaer en pornografía y masturbación debido a la falta de un buen discipulado en mi iglesia y por mi flojedad en mi vida de relación con Dios. busque a un líder de mi iglesia, pero lo único que me decía era que tenía que orar y listo, me imponía sus manos buscando de esa manera que yo “fuera libre” de la inmoralidad, pero eso no servía para nada, porque no eran “demonios dentro de mí”, era una condición de mi corazón inclinado al pecado, así que estos medios humanos para liberarme de esa lucha en mi mente no servían, eran solo temporales, pero además de esto en mi iglesia no me sentía bien alimentado de la palabra de Dios, solo se enfocaban en las cosas de este mundo y a mí no me daban lo que buscaba y esto era esa plenitud y llenura de ese vacío que tenía y que solo Dios podía llenar. Así paso al menos dos años, de recaídas y levantadas, a veces eran pocas las recaídas pero igual con una sola ya era infiel para con Dios, además de esto llevaba un doble vida en la iglesia, ocultando mi pecado y sirviendo en la iglesia de esa manera, parecía un persona piadosa pero por dentro guardaba esa lucha que estaba llevando yo solo y me sentía mal delante de Dios. Así, un día, por medio de una amiga de un movimiento misionero de la universidad, me recomendó la página de la iglesia de mi mentor, ahí encontré por cosas de Dios, el vínculo de adicciones sexuales, después leí el testimonio del pastor Alexander y vi que había esperanzas para salir por completo de las adicciones sexuales. Después el pastor me guio al curso de Libertad a los cautivos, en donde podría hacer este curso bíblico y encontrar la libertad por medio del conocimiento y relación verdadera con Cristo. Comencé el curso con todas la ganas del mundo, pero a veces volvía a recaer, y después reconocí que era porque a pesar de que yo quería, no tenía las herramientas para ser libre, no estaba viendo a Cristo como debía, creía que mis obras y mis esfuerzos eran los que me iban a librar de la inmoralidad, pero lastimosamente, ese enfoque de salvación por obras era el que tenía mi iglesia, y no estaba siendo bien alimentado por que se enfocaban en números y no en nutrir a las almas que verdaderamente quieren buscar a Dios. Así, comencé a conocer las doctrinas bíblicas, las históricas, las reformadas, que me permitieron conocer a Cristo como era correcto, que por su gracia me llamo y no porque yo lo mereciera, de ahí decidí cambiarme de esta iglesia a otra que fuera bíblica. Este fue el verdadero comienzo de mi libertad. Así pasaron los meses, volví a comenzar el curso, y comencé a conocer a Cristo en todo su esplendor, amándolo y reconociendo que su amor fue tan grande para alguien como yo, que por amor quería dejar todo lo que le fuera de desagrado. Así termine el curso, amando a Dios, reconociendo su grandeza y viviendo el versículo de mateo 6:33 que dice: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Hermano, amigo, ahora veo a Cristo como mi única salida, y ¿quieres que te garantice algo sin temor a equivocarme? Solo en Cristo esta la libertad, solo Él te puede dar eso que tanto estas buscando en la inmundicia, en la pornografía, en la masturbación o en cualquier otro pecado de inmoralidad sexual que estés viviendo. Busca de Cristo, pero búscalo correctamente. ¿Crees que soy diferente a ti? ¿Crees que Dios me perdonó a mí y a ti no? no despiertes pensando en buscar la libertad o pensando en no caer, despierta buscando y anhelando el rostro de Cristo, su hermosura y plenitud. ¿Quieres ser libre? Ven a los pies del único que puede romper las cadenas que tú mismo no has podido romper por años y por más esfuerzos que has hecho. Es cierto, libertad a los cautivos es solo un ministerio o un curso, pero te enseñara a ver a Cristo de la manera correcta, a enfrentar de la mejor manera esta adicción que también yo padecí, te ayudara a ver que no eres el único, que no estás solo, que muchos hemos pasado por lo mismo pero también que muchos hemos sido libres por el amor de quien dio su vida por ti y por mí.
Gracias Anthony, el Señor te siga llenando de Su Espíritu y te permita llegar victorioso a Su presencia, tal vez completo o tal vez sin un ojo o sin un brazo o sin una pierna, pero llegar a Su presencia es lo más importante y poder vivir esa vida eterna y plena que Cristo promete, por siempre y para siempre.